jueves, 1 de noviembre de 2012

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Hoy voy a empezar a escribir aquí.
Tenía un blog antes que este, y escribí mucho y tenía muchos seguidores, y seguidoras, pero mi novia de entonces entró un día en mi ordenador y lo pilló. Leyó algunas cosas que por nada hubiera querido yo que averiguara, intimidades que me echó en cara un día, costándonos a los dos feos disgustos.
Seguí escribiendo en ese blog pero sobre asuntos menos oscuros, cosas sobre política, libros, nada sentimental; porque yo sabía que mi novia (la de entonces) entraría de vez en cuando a leerme. Así que el blog pronto dejó de interesarme, y lo dejé. Desde entonces llevaba dos años escribiendo en mi cuaderno marrón, más o menos todos los días.
Hoy quiero empezar a escribir otra vez públicamente. Abro este blog. Con mi novia actual tengo un trato más transparente, apenas hay zonas oscuras entre nosotros, así que no se sofocará si algún día entra en este ordenador y lo descubre. Aunque claro, no pienso invitarla a que lo lea.
Hoy es el día de los muertos en España. El ambiente en mi país por si alguien no lo sabe es bastante deprimente. Soy un puro clase media, aunque a mi me guste pensar que no, que por estar alternando la lectura de Hume y Stevenson pertenezco a no sé muy bien qué élite intelectual. Pero uno pertenece más bien a la clase social que frecuenta, y la clase social que yo frecuento es pura clase media, sin paliativos. Bueno pues de mis cuatro amigos solamente yo tengo trabajo. Mi antigua novia acaba de salir de mi casa, de tomar un café, ella está en paro, y tres de sus cuatro amigos también están en paro. Flota una brumosa sensación de desastre inminente, de que el país se está yendo lentamente a la mierda. Los que aún trabajamos, a nada que tengamos un mínimo olfato, además, olemos el miedo según entramos por la puerta de nuestros despachos y almacenes, se huele el miedo de la gente que trabaja con uno, la mala leche, la preocupación por la mirada y el juicio del jefe, que se ha convertido en una figura mucho más amenazante que nunca, como un benefactor de cuyo capricho dependemos.
Todos mis amigos en paro se mantienen no obstante bien alimentados, viviendo bajo techo y ciertamente lustrosos, así que imagino que la situación, después de todo, no es tan mala aún.

Es algo vulgar hablar de la crisis, la crisis, la crisis... Además no quiero escribir posts largos. El próximo día escribiré de algo menos corriente.

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